El Zarco.Cap.3

19.01.2015 14:44
El Zarco

 

A la sazón que esto pasaba en Yautepec, a un costado de la hacienda de Atlihuayan,
y por un camino pedregoso y empinado que bajaba de las montañas, y que se veía
flanqueado por altas malezas y coposos árboles, descendía poco a poco y cantando, con
voz aguda y alegre, un gallardo jinete montado en brioso alazán que parecía impacientarse,
marchando tortuosamente en aquel sendero en que resonaban echando chispas sus
herraduras.
El jinete lo contenía a cada paso, y en la actitud más tranquila, parecía abandonarse a una
deliciosa meditación, cruzando una pierna sobre la cabeza de la silla, como las mujeres,
mientras que entonaba, repitiéndola distraído, una copla de una canción extraña, compuesta
por bandidos y muy conocida entonces en aquellos lugares:
Mucho me gusta la plata,
Pero más me gusta el lustre,
Por eso cargo mi reata
Pa’la mujer que me guste.
El jinete, caminado así a mujeriegas, no parecía darse por prisa por bajar al llano, y de
cuando en cuando se detenía un momento, para dejar que su caballo respirara y para
contemplar la luna por los claros que solían dejar los árboles de la montaña. 
 
 

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